Artículo de Revisión
Los ejes
de evaluación diagnóstica de niños con déficit de atención e hiperactividad
Diagnosis and evaluation of children with hyperactivity
and deficit attention disorder
MSc. César Enrique Prego Beltrán1
Dr.C. Carmen Almaguer Riverón2
Dra. Annia Elena Novellas
Rosales1*
Dra. Dalvis Machín Batista1
Dra. Nieves María García Pozo1
Dra. Yudit Suárez López1
1 Policlínico
Universitario Pedro del Toro Sad. Holguín, Cuba.
2 Universidad
de Holguín "Oscar Lucero Moya¨. Holguín, Cuba.
*Autor para la correspondencia. Correo
electrónico: anrosaleshlg@infomed.sld.cu
RESUMEN
Para lograr un análisis integral
de los pacientes con trastorno por déficit de atención e hiperactividad, a
partir de las insuficiencias en su diagnóstico, se asume como objetivo el
proponer ejes de peritaje de los niños con esta dolencia, que aporten una
compresión integral. Se concluye que un proceso de evaluación diagnóstica debe
ser: exhaustivo, con enfoque a la potencialidad, personalizado,
contextualizado, sistémico, con visión evolutiva y que considere la respuesta
al tratamiento, lo cual se refleja en los ejes, en correspondencia con los
síntomas nucleares predominantes, los trastornos mentales comórbidos, las
alteraciones somáticas asociadas, los factores etiológicos identificados,
el rendimiento escolar: las
potencialidades socio-compensatorias, la respuesta al tratamiento, las
características de los entornos de interacción, de acuerdo con la evolución, y
el pronóstico del trastorno.
Palabras clave: evaluación diagnóstica, trastorno por
déficit de atención con hiperactividad, niños.
ABSTRACT
To
determine insufficiencies in the diagnostic evaluation of patients with
attention deficit hyperactivity disorder, for a complete assessment. We propose
axes for diagnostic evaluation of children with attention deficit hyperactivity
disorder, for its better comprehension. We conclude that a diagnostic
evaluation process of attention deficit hyperactivity disorder should be:
comprehensive, focused on potential, personalized, contextualized, systemic,
with an evolutionary vision including treatment response. In relation to predominant
nuclear symptoms, axes reflect comorbid mental disorders, associated somatic
alterations, etiological factors identified, school performance:
socio-compensatory potential, response to treatment, characteristics of the
interaction environments, evolution and prognosis of the disorder.
Keywords: diagnostic evaluation, attention deficit
hyperactivity disorder, children.
Recibido:
12/09/2017.
Aprobado:
18/10/2018.
Introducción
El Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición psiquiátrica común en la
infancia, como discapacidad del desarrollo y trastorno neuropsicológico
heterogéneo. Es un cuadro con diversidad clínica, curso crónico y prevalencia
entre de 0,78% en Hong Kong hasta 17,8% en Alemania.
En Cuba, se reporta entre el 3%
y 5%. Es la causa de problemas que pueden durar toda la vida, de no compensarse
las dificultades asociadas al trastorno. Es un problema de alta prevalencia
educacional, familiar y social.(1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11)
El punto inicial del tratamiento
comienza con un buen diagnóstico y una adecuada evaluación. Los casos
prescritos en escolares por encima de los 8 años son frecuentes; sin embargo, resulta
muy escasas la remisió e identificación del trastorno desde la escuela. Pocas
veces los escolares enviados a consulta coinciden con el diagnóstico de
sospecha del TDAH, lo que evidencia el desconocimiento de los criterios
presuntivos.(12,13,14,15,16)
Las dificultades para el
diagnóstico de los casos condicionan un manejo inadecuado de la problemática o una
interpretación incorrecta. De igual forma, el diagnóstico tardío determina la
asociación con fobia escolar y trastorno de conducta. Asimismo, la falta de
reconocimiento de las comorbilidades, los aspectos sociales y escolares, las
potencialidades del paciente y su entorno social dificultan el diagnóstico
integral e impiden la intervención adecuada, efectiva y oportuna.(12,16)
Es vital que el médico de
familia esté relacionado con las manifestaciones iniciales y pueda dar
respuesta a las necesidades del trastorno.(13) El tratamiento a
largo plazo será efectivo con una atención continua, especializada y
personalizada. Sin embargo, ese fin crea dificultades en el diagnóstico y la
evaluación,(14) ya que da cuenta del siguiente problema de
investigación: insuficiencias en la evaluación diagnóstica de los pacientes con
TDAH para una valoración integral. Por lo anterior, se asume como objetivo la
propuesta de los ejes de evaluación diagnóstica a niños con TDAH que permitan la
compresión integral personalizada y contextualizada del trastorno.
Desarrollo
Rasgos característicos de la
evaluación diagnóstica de los pacientes con
TDAH
Una evaluación diagnóstica del
TDAH con visión totalizadora para elaborar intervenciones integrales donde
participen padres, maestros y profesionales, debe considerar los siguientes
rasgos: (8,11)
Exhaustivo: desde el punto de
vista etiológico, se debe realizar una adecuada búsqueda de los factores
causales en cada caso. En la dimensión clínica, los aspectos semiológicos
relacionados con los síntomas son de gran valor. Los aspectos nosográficos se
relacionan con las formas clínicas del trastorno y las alteraciones comórbidas.
En la dimensión sociocultural deben considerarse los entornos familiar, social
y escolar, con los factores que influyen en cada uno de ellos y su diagnóstico
como estructura y funcionamiento familiar, rendimiento escolar y métodos
educativos y de manejo.(12)
Con enfoque a la potencialidad,
de acuerdo con las potencialidades o fortalezas del paciente, los entornos
donde se desarrolla y los recursos diversos por emplear, se deriva lo siguiente:
Personalizado: que reconozca las
características únicas de cada caso, incluyendo los aspectos que dificultan el
proceso adaptativo, compensatorio y las potencialidades en esa dirección.
Contextualizado: exige el
reconocimiento de las características o los factores propios de cada entorno de
interacción de los pacientes, en lo que se refiere a los factores que se
encuentran en la génesis, evolución y curso del trastorno, y los que se emplean
en la intervención de las dificultades adaptativas.
Sistémico: por la influencia
interrelacionada de todos los ejes de evaluación diagnóstica para configurar
una visión totalizadora del trastorno.
Visión evolutiva: valoración del
curso y continuidad del trastorno para identificar períodos de retroceso,
mejoría, agravamiento o estancamiento de la enfermedad.
Respuesta al tratamiento: que
considere el efecto de los distintos recursos terapéuticos, sociocompensatorios
y de rehabilitación en cada paciente.(14)
Ejes de diagnóstico para la
evaluación integral de los pacientes con TDAH
Los rasgos anteriores en la
evaluación diagnóstica garantizan un análisis completo para la intervención
integral, desde un trabajo intersectorial y multidisciplinario, con la
participación familiar, a partir de los siguientes ejes diagnósticos:
a) En correspondencia con los síntomas, diana o nucleares
predominantes del TDAH: se deben evaluar con sistematicidad falta de atención,
impulsividad, hiperactividad y nivel de afectación vinculado, sin importar el
motivo de consulta en el diagnóstico inicial y el seguimiento de los casos.
Para ello son muy útiles las escalas, los cuestionarios específicos y la
entrevista con los padres, en las cuales deben incluirse los síntomas
detallados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-IV). También debe evaluarse la edad de inicio, duración, gravedad y
frecuencia sintomática.
Esa práctica permite reconocer,
según prevalezcan los síntomas del diagnóstico de uno de los tres subtipos:
predominantemente hiperactivo-impulsivo (TDA/H-HI), predominante-
mente desatento (DESAT) o
combinado (COMB). Este aspecto de valor nosográfico tiene un significado
práctico, pues la misma naturaleza del TDA/H hace que los síntomas cambien con
la edad. Con la influencia en el tratamiento, varían los síntomas predominantes
y la forma clínica específica, lo que
permite la evolución adecuada de los pacientes.(15)
La presencia de las diferencias
cuantitativas y cualitativas entre los subtipos apoya el hecho de que estos
pacientes tengan un déficit cognitivo/disfunción ejecutiva diferentes. En la
práctica, los niños del grupo DESAT, con menor disfunción y menos problemas
conductuales, podrían no recibir los servicios que necesitan, debido a que sus
dificultades no fueron correctamente identificadas. El perfil neuropsicológico
de los subtipos DESAT y COMB también muestran particularidades por considerarse
en la intervención del trastorno.(10, 17)
La evaluación diagnóstica es
difícil en edades tempranas, y cuanto mayor sea el niño pueden enmascarase o
acentuarse los síntomas; tanto por la complejidad como por el aumento de los
desafíos académicos; lo que dificulta el diagnóstico.
De esta manera, definir los
casos en que los síntomas dianas o nucleares se expresan solos, será un reto
durante la evaluación diagnóstica y menos frecuentes que en aquellos pacientes que durante la
evolución desarrollan sintomatologías comórbidas o en el momento del
diagnóstico inicial, ya el trastorno es un complejo sintomático.
Otra dificultad en este eje
diagnóstico está en la particularidad del proceso en el sector poblacional, donde
la relación con el paciente está mediatizada por la familia y se requiere a los
maestros como fuentes indirectas de diagnóstico. Sin embargo, se reconocen las contradicciones
entre los padres y maestros en la definición de los síntomas predominantes, lo
que se refleja en los resultados de pruebas como el Conner.(18,19)
b) En correspondencia con los trastornos mentales
comórbidos al TDAH: un alto porcentaje de casos de TDAH se acompañan de un
amplio espectro de trastornos psicopatológicos.(12) Esto dificulta
el estudio del complejo cuadro nosológico y plantea la cuestión del diagnóstico
diferencial y los trastornos comórbidos, como verdaderos cuadros
psicopatológicos asociados al TDAH. Los subgrupos de sujetos con TDAH y
comorbilidad pueden tener factores de riesgo, curso clínico, elementos
neurobiológicos, respuesta farmacológica, evolución y pronóstico diferentes.(12,15)
El TDAH se presenta en
comorbilidad frecuente con trastorno oposicionista desafiante, trastorno
disocial, abuso de sustancias, problemas de aprendizaje, trastornos de
ansiedad, del estado de ánimo, cuadros maníacos y trastornos del control de los
impulsos. Por lo general, la depresión tiene lugar años después del diagnóstico
de TDAH, mientras los trastornos de ansiedad pueden aparecer junto con el TDAH.
Con frecuencia, aparecen síntomas secundarios como: autoestima baja, disforia y
labilidad afectiva. Para un diagnóstico más preciso, la aplicación de escalas y
cuestionarios es de mucha utilidad.(20)
También es importante determinar
en cada evaluación si el trastorno concomitante es la entidad principal que
agrava los síntomas de TDAH o si los síntomas comórbidos son secundarios al
TDAH. Este eje diagnóstico es importante, pues el plan terapéutico deberá
adecuarse a cada trastorno asociado.
c) En correspondencia con las alteraciones somáticas
asociadas: constituyen factores de
mal pronóstico del trastorno por la repercusión que pueden tener en la
actividad de aprendizaje escolar: las relaciones sociales, autoestima,
desempeño físico y socio psicológico, autoaceptación, autoestima y los estados
emocionales. Los factores más frecuentes con potencialidad para la aparición de
los trastornos comórbidos son:
·
Los trastornos sensoriales
periféricos, como debilidad visual, pérdida de la visión, estrabismo,
hipoacusia o sordera.
·
Alteraciones somáticas como
malformaciones con deformidades significativas, falta de extremidades
superiores e inferiores, existencia de una extremidad más corta, cifosis,
escoliosis, pie cavo y pie varo equino.
·
Trastornos neurológicos:
epilepsia, macrocefalia y parálisis cerebral infantil, síndrome de la Tourete,
neurofribromatosis y miastenia gravis.
·
Enfermedades somáticas crónicas:
cardiopatías, nefropatías, asma bronquial y endocrinopatías.
·
Trastornos relacionados con la
apariencia: mala oclusión dentaria, microdontia, macrodontia, diastemas,
pérdida temprana de los dientes permanentes, prognatismo, vitíligo, angiomas
faciales, dismorfias faciales, psoriasis, acné, labio leporino y fisura
palatina.
Esos trastornos pueden
constituir factores con potencialidad psicopatógena, por la respuesta que se
genera en la familia, expresada en actitudes como sobreprotección,
permisividad, rechazo, entre otras, o la respuesta social ante el trastorno
puede tomar forma de rechazo, lástima o bullying.(19)
Por otro lado, las dificultades
funcionales y limitaciones que generan las alteraciones y las dificultades
estéticas o en apariencia pueden generar sentimientos de minusvalía y baja
autoestima. Los elementos señalados con anterioridad deben ser estimados por el
efecto en el diagnóstico, pronóstico, evolución y la terapéutica.
d) En
correspondencia con los factores etiológicos identificados: las teorías
etiológicas del TDAH revelan un trastorno heterogéneo y multifactorial con base
neurobiológica y predisposición genética, en interacción con factores
ambientales; lo que da cuenta de la complejidad etiopatogénica del trastorno.
Sin embargo, la ausencia de marcadores
biológicos que confirmen de manera evidente el
trastorno exige la búsqueda activa de síntomas; para lo cual los siguientes procederes
diagnósticos que determinan la confección de la historia clínica, cobran un significado
esencial en la evaluación diagnóstica: anamnesis, antecedentes patológicos
personales y familiares, examen físico, historia social psiquiátrica, examen
psiquiátrico, exploración de aspectos dinámicos del ambiente familiar,
exploración de aspectos dinámicos del ambiente escolar, aplicación de escalas
para padres y maestros, aplicación del test, indicación de exámenes
complementarios, aplicación de entrevistas semi-estructuradas y psicometría
-coeficiente intelectual, evaluación psicopedagógica y valoración (si existe
retraso escolar).
Esos procederes permiten revelar
los factores de riesgo desde las diversas hipótesis etiológicas para definir la
existencia de causas relacionadas con
la severidad, la complejidad clínica y el pronóstico. Las lesiones graves en
momentos críticos del desarrollo influyen en las manifestaciones posteriores,
con expresión en determinadas comorbilidades que impactan la intensidad del
trastorno y el pronóstico. La comprensión y la relación entre los diferentes factores
causales y su grado de coincidencia, son de gran importancia para el terapeuta.
e) En
correspondencia con el rendimiento escolar: los maestros suelen ser los primeros en detectar
las manifestaciones del TDAH, pues observan gran cantidad de comportamientos de
los niños durante muchas horas, en situaciones estructuradas o de juego.
Además, el contacto diario con
diferentes estudiantes les permite comparar los comportamientos de un gran
número de párvulos de la misma edad. Los maestros son los profesionales que
realizan más remisiones iniciales para evaluaciones específicas.(12)
Por
otro lado, se existe una relación positiva entre los conocimientos sobre el
TDAH de los maestros y la eficacia de las intervenciones médicas. De igual
forma, los profesores proporcionan una retroalimentación (feedback)
sobre los efectos terapéuticos de las intervenciones en diferentes áreas de
funcionamiento del niño para ajustar su dosis.
Con
frecuencia, el TDAH genera problemas del aprendizaje; debido a las dificultades
neurocomportamentales.13 También debe considerarse el agravamiento
de su evolución en relación con: los trastornos específicos en lectura,
escritura o cálculos asociados; las características de las relaciones con sus iguales;
el manejo y las particularidades del agente pedagógico; características del
escenario, del proceso docente y el rendimiento escolar, como síntesis de la
actividad en este espacio.
Es importante que, el profesional
determine si la disfunción académica se debe al TDAH o a la comorbilidad con un
trastorno del aprendizaje. Ante la sospecha de trastornos del aprendizaje, se
recomienda aplicar un tratamiento adecuado para el TDAH antes de realizar
cualquier evaluación adicional.
La evaluación psicológica
incluye la estimación del cociente intelectual. De acuerdo con los resultados
que se obtengan, será necesario aplicar otros parámetros de evaluación
neuropsicológica. (16)
Los estudiantes con TDAH están
dentro de los menos populares de su grupo o tienen dificultades para
relacionarse y vincularse. Estas condiciones los hacen víctimas frecuentes de burla
(bullying); una situación con daño
significativo a su autoestima, que empeora sus resultados y puede derivar en fobia
escolar.
El agente pedagógico es una
figura significativa en el desarrollo personal y la evolución de la enfermedad
de estos pacientes; por lo cual la evaluación
de su repercusión en cada caso, es imprescindible para identificar
posibles factores de agravamiento relacionados como: rechazo, cambios
frecuentes de maestros, falta de maestría pedagógica, empleo de métodos
punitivos, desconocimiento del trastorno y su manejo. Todo esto puede causar
comorbilidad como: fobia escolar, depresión, baja autoestima y bajo rendimiento
escolar; los que interfieren en su evaluación eficaz, aunque reciban una
medicación correcta.(21)
f) En correspondencia con las
potencialidades socio-compensatoria:
es necesario considerar la importancia de una intervención, que garantice
protagonismo familiar y del paciente con proyección al proceso diagnóstico;
donde se tome en cuenta la relación médico-paciente de participación mutua,
como la más adecuada para estos casos. En esta relación, la interacción y participación
conjunta de los participantes, pacientes y su familia en la solución de
problemas.(21)
Lo anterior, exige la
identificación y el empleo de las potencialidades físicas, psicológicas,
espirituales, sociales, culturales y cognitivas del paciente y la familia; en
conjunto con los agentes sociales relacionados, en función de una sinergia
social desarrolladora. (22)
Para lograrlo, se requiere de la
identificación y el desarrollo de actividades personalizadas, desde los
recursos de cada entorno socio-sanitario-cultural, definido como actividad
sociocompensatoria, para la intervención comunitaria de TDAH. (23) Dicha
actividad, expresa y desarrolla las mejores cualidades de cada caso, y revela
su carácter regulador para dinamizar la compensación de los síntomas.
La actividad socio-compensatoria
en su expresión terapéutico-rehabilitadora, se concreta en un modelo
adaptativo, personalizado, desarrollador, contextualizado, con empoderamiento
familiar. Esto se logra en la práctica, se traduce por medio del lenguaje,
actividades y acciones proyectadas al cumplimiento de aspectos normativos y
axiológicos del comportamiento. Así, se eleva la actividad psíquica a nivel de
la conciencia social como situación formativa de la personalidad.(23)
Para las familias, la
identificación de actividades, deportivas,(1,2,23-26) artísticas,
manuales, artesanales, laborales, productivas y académicas u otras, con
carácter sociocompensatoria, unido a la ubicación de áreas y escenarios donde
se puedan desarrollar actividades con potencialidad rehabilitadora,
terapéutica, compensatorio para integración social, es de gran valor,8 ya que favorecen la articulación entre los diferentes
sectores comunitarios para mejorar la salud y calidad de vida de sus hijos.(22, 23)
La actividad socio-compensatoria
se revela en las estrategias de intervención, con participación conjunta de los
interesados en potenciar las mejores cualidades del niño con TDAH; según los presupuestos
humanistas y espirituales que cada familia asume desde sus referentes
culturales.
La fuerza motivadora de esa
estrategia se logra; cuando el niño identifica la actividad de expresión de sus
mejores cualidades; reforzadas por el reconocimiento social y el logro de los
mejores resultados con la actividad concreta; ambas condicionantes de un
autoconocimiento como fuente de autorreafirmación, gratificación y estimulo,
que el niño o adolescente, intentará repetir o procurará exponerse a ella.
En consecuencia, la acción del
niño estará orientada a la atención, modificación o mejoría de todos los
aspectos necesarios para conservar este espacio; donde logra reconocer que, si
bien existen áreas en las que no alcanza buenos resultados, en otras esferas o
actividades es posible tener mejor o excepcionales reconocimientos.(22)
Esta experiencia emocional correctiva,
como efecto psicoterapéutico de la actividad sociocompensatoria,(23,24)
es una expresión del carácter consciente, de autodesarrollo, auto-aprendizaje,
formativo y terapéutico.
La actividad socio-compensatoria
es de construcción cultural; una herramienta de transformación adaptativa a
través del aprendizaje creativo; pues los niños con TDAH se apropian de valores
propios de cada actividad, relacionadas con mecanismos de una experiencia
emocional de reforzamiento positivo, correctivo e ineludible de esa actividad,
la cual favorece las potencialidades adaptativas.
La intersectorialidad es una condición
necesaria para el desarrollo de la actividad socio-compensatoria y la
articulación de las posibilidades, recursos y actores diversos de la comunidad;
22 lo que condicionan una sinergia
con resultados positivos y una modificación compensatoria de las alteraciones
iniciales. Esta actividad es portadora y creadora de valores para dirigir la
conducta y el interés, con modificación positiva de la insuficiencia en los
pacientes con TDAH, con la consecuente adaptación desarrolladora a la sociedad.(4,8,22)
g) En correspondencia con la respuesta
al tratamiento: el tratamiento
debe ser personalizado, planificado, integral y multimodal, con
estrategias farmacológicas y psicológicas adecuadas a las preferencias del
paciente y sus padres. La psico-educación de los pacientes y sus padres, la
comunicación con grupos de apoyo comunitario y la adecuación de los recursos
escolares, son temas por considerar.
El plan terapéutico será
reevaluado en forma regular, para adaptarlo a las necesidades de los pacientes.(15)
En el inicio del tratamiento de pacientes con afectación funcional mínima, la
terapia conductual será útil, como recurso fundamental. Las intervenciones
conductuales efectivas a corto plazo incluyen el entrenamiento de los padres.
También es fundamental resolver la disfunción familiar generalizada. (15)En el tratamiento farmacológico se recomienda comenzar con estimulantes,
con dosis adecuadas a las características del paciente.
Se recomienda aumentar la dosis
en forma paulatina hasta alcanzar la respuesta correspondiente y tolerabilidad
del paciente; además de realizar el monitoreo con escalas objetivas. Debe
considerarse que, los niños pequeños tienen un riesgo mayor de efectos adversos
y requieren una titulación muy lenta. (15)
La atomoxetina puede
administrarse en una o dos tomas diarias, las que afectan el sueño y el apetito
en menor medida que los estimulantes. En cambio, puede provocar náuseas o
sedación, con frecuencia superiores y la respuesta terapéutica puede demorar
varias semanas. Esta es la droga de elección, si existe abuso de sustancias,
ansiedad, ticks o intolerancia a
estimulantes.(15)
Si no
hay respuesta a los agentes anteriores: se
debe revisar el diagnóstico, aplicar la terapia conductual u otras drogas. Las comorbilidades
no detectadas, son posibles en esos casos; pues afectan la atención y el control
de sus impulsos. Otras drogas por emplear en estos casos incluyen: el bupropión,
los antidepresivos tricíclicos y agonistas alfa adrenérgicos. La terapia
conductual puede ser efectiva como adyuvante. (17)
Es
recomendable monitorear la aparición de efectos adversos durante el tratamiento
psicofarmacológico. Los efectos adversos más frecuentes de los
estimulantes son: anorexia, pérdida de peso, insomnio y cefalea. También puede
observarse irritabilidad, labilidad emocional y ticks. En presencia de los efectos adversos, será necesario ajustar
la dosis, cambiar la droga o agregar otros agentes. En muchos casos, los
efectos adversos son transitorios. En caso de insomnio, puede resultar útil
agregar clonidina, trazodona, antihistamínicos o melatonina. La ciproheptadina
puede mejorar la anorexia.(15)
Ante la aparición de ticks, el cambio de estimulante puede
ser útil, la administración de una droga no estimulante o tratamiento con un
agonista alfa adrenérgico. La atomoxetina puede provocar trastornos
gastrointestinales, sedación y anorexia. En general, esos cuadros se remiten al
ajustar la dosis. De lo contrario, puede ser necesario cambiar de fármaco.
Si bien la disfunción hepática se
informó al administrar atomoxetina; no es necesario el monitoreo de rutina al
respecto.
Tanto los estimulantes como el
modafinilo y la atomoxetina pueden provocar síntomas psicóticos, agresión y
aumento del riesgo de suicidio; aunque con poca frecuencia. En dichos casos se
recomienda cambiar de droga, en lugar de administrar antipsicóticos o
estabilizadores del estado de ánimo. El índice de muerte súbita entre los
pacientes con TDAH y tratamiento farmacológico, no difiere del correspondiente
a la población general. Se recomienda evitar los psicoestimulantes en pacientes
con enfermedades cardíacas preexistentes.(13,15)
Si la
respuesta al tratamiento psicofarmacológico es significativa y se asocia con
una normalización del desempeño académico, familiar y social, el abordaje puede
considerarse satisfactorio. Se recomiendan evaluaciones periódicas para
la continuidad del tratamiento, siempre que los síntomas estén presentes y
afecten el funcionamiento del paciente.
En general, los efectos
farmacológicos adversos a largo plazo son de leves a moderados, y se resuelven
al modificar la dosis o cambiar el medicamento. Además debe valorarse el cambio
del plan terapéutico por comorbilidades.(13, 15) Algunos pacientes
con TDAH tendrán un deterioro progresivo a pesar de los medicamentos, y en otros
mejorarán los síntomas y podrán suspender el tratamiento en forma favorable; en
ausencia de síntomas por 1 año. Entre los signos de remisión se destacan: la
falta de necesidad de cambiar la dosis, a pesar del crecimiento del paciente:
el no deterioro y la adecuada concentración al interrumpir el tratamiento.
En presencia de una atención
continua y especializada, el tratamiento a largo plazo de los pacientes con
TDAH será efectivo. Las consultas de seguimiento deberán efectuarse de acuerdo
con el criterio del profesional tratante y las necesidades del paciente y su
familia; así como los recursos y opciones disponibles. La comunicación con la
familia y otros informantes debe ser fluida, para conocer el nivel de control
sintomático y de tolerabilidad del tratamiento.
Es importante reconocer que los
fármacos no resuelven aspectos como: las habilidades sociales deficientes, la baja
motivación en la escuela, el desempeño académico deficiente y desgaste
emocional en cuidadores; que pueden disminuir con las intervenciones psico-sociales.
La intervención combinada versus la exclusivamente medicamentosa mejora los
síntomas agresivos e internalizados, las habilidades sociales reportadas por
maestros, las relaciones padres-hijos y el desempeño en la lectura. Las
intervenciones con padres y maestros, favorecen la reducción de síntomas y
mejoran el desempeño escolar del niño.
h) En correspondencia con las características de
los entornos de interacción: este
aspecto tiene como premisa la comprensión de la naturaleza psicológica humana y
representa el conjunto de relaciones sociales, transferida al interior y
convertida en las funciones de la personalidad y formas de su estructura, en un
tiempo y espacio específico.(12)
Las manifestaciones concretas
del TDAH, las alternativas educativas, terapéuticas, rehabilitatorias y las potencialidades
de cada paciente; aparecen como resultado de la influencia de factores
sociales, culturales e históricos durante la interacción con los factores
genéticos y biológicos. Todo esto indica
la importancia de los entornos de interacción para el diagnóstico, tratamiento
y rehabilitación. En estos entornos, se dan condiciones para la comorbilidad y el
mal pronóstico del TDAH; así como de los factores potenciadores de las mejores
cualidades de cada caso; para el desarrollo de actividades socio-compesatoria,
inter-sectorialidad y empoderamiento social; (23-28) para la
evolución adecuada del TDAH.
En relación con los factores
agravantes, existe con frecuencia de riesgo de descuido y discriminación; tanto
dentro de la familia como en las instituciones y la comunidad. En la familia,
el trastorno predispone la aparición de disturbios emocionales que influyen y
depresión en los cuidadores. Los pacientes con TDAH podrían ser acosados,
golpeados y castigados cruelmente a causa de sus síntomas o conducta por
hermanos, padres frustrados u otros.
Se reconoce la frecuente asociación de estos
trastornos con violaciones a los derechos humanos de estas personas. Aquí, es
necesario explorar los factores potencialmente psico-patógenos del medio como
la crisis y disfunción familiar; factores agravantes del trastorno y causas de
comorbilidad.
En el ámbito escolar: el bajo
rendimiento a causa del desconocimiento del manejo de estos trastornos,
abandono pedagógico, maltrato, asedio escolar, rechazo; todo lo cual conduce a
fobia escolar, baja autoestima, depresión, abandono de estudios y fracaso
escolar. En el ámbito de la salud, los profesionales sanitarios pudieran no
tomar en serio sus quejas y suponer que, “todo está en sus mentes” y no dedicar
tiempo a explicar el tratamiento o procedimientos al paciente y la familia.
En el ámbito social se
manifiesta una escasa participación en las actividades comunitarias. Las madres
o las familias podrían ser estigmatizadas o aisladas.
Por tanto, una respuesta
adecuada a las características y necesidades de este grupo poblacional nos
lleva a considerar un enfoque intersectorial, inter y transdisciplinario,
personalizado; con interacción entre la atención primaria, secundaria y
proyección comunitaria. Puede afirmarse que, se trata de un problema que
desborda intereses, influencia y responsabilidad de las instituciones y los
profesionales de la salud; para revelarse como desafío a la sociedad en
general.
La atención adecuada de estos
niños demanda enlaces con servicios y redes de apoyos de salud, educativos,
sociales y de rehabilitación comunitaria disponible, donde existen
potencialidades para tratamiento, rehabilitación y adaptación social en la
evaluación personalizada.(1,2,8)
I) En
correspondencia con la evolución y pronóstico del trastorno: esta
perspectiva constituye una síntesis e integración de los aspectos atendidos
hasta aquí; pues ofrece un juicio sobre la evolución que tendrá la enfermedad,
sus alternativas, duración, probable terminación y secuelas. Propone una
conjetura o predicción sobre la evolución y comportamiento futuro del trastorno.
Se trata de establecer las
expectativas con la evolución del TDAH en cada caso, teniendo en cuenta
factores que influyen positiva o negativamente, como: edad, forma clínica del
TDAH, intensidad de los síntomas, características biológicas (relacionada con
la existencia de enfermedades orgánicas), trastornos visuales, auditivos y
malformaciones congénitas, características sociales (relacionadas con la
comunidad y las interacciones del niño con las demás personas).
Características familiares como:
apoyo familiar, familias incompletas por ausencia de uno de los padres o ambos,
violencia familiar, métodos educativos inadecuados, familias extensas o
ampliadas; actividad escolar y aprendizaje como: rendimiento escolar,
interacción con maestros y compañeros de estudio, adaptación o rechazo a la
escuela y potencialidades o fortalezas. Un conocimiento completo del paciente
favorece el pronóstico.22
Ello supone estimar el
comportamiento futuro del niño con TDAH, en relación con la duración del TDAH;
si el niño lograra superar sus dificultades; si empeoraran los síntomas, cómo
cree que será su desempeño social, emocional, escolar, profesional, posibilidad
de que transite hacia otra enfermedad mental; si la dolencia se cura y sus
secuelas. Se debe valorar cómo se comportan los factores referidos y establecer
predicciones en los siguientes términos:
a) Favorable: cuando todos los
factores referidos con anterioridad apuntan a una solución favorable a corto o
mediano plazo; mediante una intervención adecuada, pero factible. Quiere decir
que, con la intervención se puede lograr una modificación positiva del TDAH.
b) Reservado: la evolución
favorable depende de factores ajenos como: una intervención oportuna y
adecuada; por ejemplo: los pocos recursos psicológicos o sociales de la familia
o el niño.
c) Desfavorable: el trastorno
suele tener una evolución progresiva hacia el empeoramiento, con independencia
de la intervención médica o de los factores familiares o sociales.
Conclusiones
Un proceso de evaluación que
permita elaborar intervenciones efectivas, debe caracterizarse por ser
exhaustivo, con un enfoque a la potencialidad, personalizado, contextualizado,
sistémico, con visión evolutiva y que considere la respuesta al tratamiento.
Una evaluación diagnostica útil
del TDAH que dé cuenta de los rasgos anteriores, se refleja en los siguientes
ejes:
a)
Los síntomas diana o nucleares
predominantes del TDAH.
b)
Los trastornos mentales
comórbidos al TDAH.
c)
Las alteraciones somáticas
asociadas.
d)
Los factores etiológicos
identificados.
e)
El rendimiento escolar.
f)
Las potencialidades socio-compensatorias.
g)
La respuesta al tratamiento.
h)
Las características de los entornos de
interacción (familia y comunidad).
i)
La evolución y el pronóstico del trastorno.
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