Artículo de Revisión
Diagnóstico, tratamiento
y prevención de la gota
Diagnosis, treatment and prevention of gout
MSc.
María Cristina Ludeña Suárez 1* https://orcid.org/0000-0002-1649-731X
MSc. René Eduardo Marín Ferrín2 https://orcid.org/0000-0001-5824-038X
Med.
Edwin Fernando Anchundia Cunalata3 https://orcid.org/0000-0002-4600-0028
Lic. Larissa
Fernanda Villacrés Mosquera4 https://orcid.org/0000-0001-9461-0472
Med. Myriam
Isabel Torres Ramírez4 https://orcid.org/0000-0002-7745-5818
1Pontificia
Universidad Católica del Ecuador.
Ecuador.
2Hospital
Delfina Torres Concha. Universidad Católica Santiago de Guayaquil.
Ecuador.
3Universidad
Regional Autónoma de los Andes. Ecuador.
4Universidad de Especialidades Espíritu Santo.
Ecuador.
*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: cristinaludenas@gmail.com
RESUMEN
La gota es una artritis
inflamatoria, asociada con hiperuricemia, se caracteriza por la cristalización
de urato monosódico en las articulaciones y los tejidos. Produce una sustancial
morbilidad a causa del dolor en la artritis gotosa aguda y a las deformidades
articulares en la gota tofácea crónica. Se vincula a enfermedades sistémicas,
como el síndrome metabólico y la diabetes. Los factores ambientales y genéticos
contribuyen a la hiperuricemia. La gota es el resultado de una respuesta
inflamatoria a los cristales y las estrategias de tratamiento que disuelvan los
cristales son centrales para su manejo efectivo. Los hábitos dietéticos
saludables y los fármacos reductores del ácido úrico sérico pueden contribuir a un mejor control de la uricemia
y de las enfermedades asociadas a la gota. En esta revisión se describen
diagnóstico, tratamiento y prevención de la gota.
Palabras clave: gota, artritis gotosa,
hiperuricemia, cristales de urato monosódico, terapia reductora de uratos,
manejo de la gota.
ABSTRACT
Gout
is an inflammatory arthritis associated with hyperuricemia, it is characterized
by the crystallization of monosodium
urate in the joints and tissues. It produces a substantial morbidity due to
pain in acute gouty arthritis and joint deformities in chronic tophaceous gout.
It is linked to systemic diseases such as metabolic syndrome and diabetes.
Environmental and genetic factors contribute to hyperuricemia. Gout is the
result of an inflammatory response to the crystals and the treatment strategies
that dissolve the crystals are crucial for its effective handling. Healthy
dietary habits and serum uric acid reducing drugs can contribute to a better
control of uricemia and diseases associated with gout. This review describes
the diagnosis, treatment and prevention of gout.
Keywords: gout,
gouty arthritis, hyperuricemia, monosodium
urate crystals, urate-lowering therapy, gout handling.
Recibido: 07/10/2019.
Aprobado: 05/11/2019.
Introducción
La gota es la forma más
frecuente y tratable de artritis inflamatoria, debida al depósito de cristales
de urato monosódico en tejidos y articulaciones. Tiene una alta prevalencia mundial:
población general 1–4%, (1,2) Estados Unidos (3)
3,9%, Francia 0,9%,(4) Reino Unido 2,49%, (5) Alemania
1,4%, (6) Nueva Zelandia 3,9%, (7) Taiwán 6,24% (8)
y Sudáfrica 0,7%. (9)
La prevalencia de la gota
es mayor en los hombres, debido al
efecto uricosúrico de los estrógenos en las mujeres, (10) con un
pico de incidencia en la cuarta década de vida. (11) En mujeres
aparece después de la menopausia. (1)
En los países occidentales ocurre en el 3–6%
de los hombres y 1–2% de las mujeres, pero alcanza hasta 10% en algunos países.
(2) En Estados Unidos la prevalencia en hombres fue del 5,9% y en
mujeres, del 2%. (3)
La
frecuencia de la gota se incrementa con el proceso de envejecimiento y alcanza
hasta 10% en hombres y 6% en mujeres > 80 años. (2) En Estados
Unidos alcanza en > 80 años el 12,6%. (3) En adultos mayores de
Nueva Zelandia llega al 25%. (12)
Descrita en
el Alto Egipto, fue reportada más tarde por Hipócrates, quien la atribuyó al
estilo de vida. (13) Galeno, primero en describir los tofos, atribuyó
la gota a las consecuencias de un desequilibrio entre los estados de ánimo. El
término gota proviene del latín gutta, porque en la Edad Media se pensaba que el dolor y la
inflamación eran consecuencia de uno de los cuatro estados de ánimo que
"cayeron como una gota de la cabeza en una articulación". (13)
Esta afección predominó
en los ricos y fue la enfermedad de príncipes y reyes. La colchicina, utilizada
por los médicos bizantinos como tratamiento para la gota en el siglo V, fue
abandonada a principios del Renacimiento, debido a su toxicidad, y
redescubierta en el siglo XVIII por los médicos gotosos.
El primer acercamiento al
diagnóstico fue cuando el holandés Antonie van Leeuwenhoek observó cristales de
urato en los tofos. (14) La demostración de la precipitación de
microcristales de uratos en las articulaciones afectadas data del siglo XIX. En
el siglo XX se consagra la colchicina y se comprende la fisiopatología y la
etiología de la enfermedad. Finalmente, en 1967, se desarrolló el alopurinol.(15)
Se han elaborado
diferentes clasificaciones para el diagnóstico de la gota, en primer lugar, las
del American College
of Rheumatology (ACR), de 1977, (16) y
las de European League against Rheumatism (EULAR), de 2006. Han surgido exámenes
morfológicos, en primer lugar, el ultrasonido, que refuerzan el arsenal
paraclínico para el diagnóstico de gota, junto con la búsqueda de
microcristales y la radiología convencional.
Los criterios de
ACR/EULAR, de 2015, sobre la gota requieren la aparición de, al menos, un
episodio de inflamación, dolor o sensibilidad en bursa
o articulación periférica. (17) La presencia de cristales de urato
monosódico en una bursa o articulación asintomática
(ejemplo, líquido sinovial) o en un tofo es suficiente para diagnosticar gota.
Los dominios de los nuevos criterios incluyen clínica (patrón de
involucramiento de bursa/articulación,
características y curso evolutivo de los episodios sintomáticos), laboratorio
(urato sérico, aspirado de líquido sinovial negativo de cristales) e
imagenología (signo de doble contorno en ultrasonido -US- o urato en tomografía
computarizada de energía dual, erosión radiológica relacionada con gota). La
sensibilidad y especificidad de estos criterios son altas. (17)
Los cristales de urato
monosódico son identificados por un microscopio equipado con filtros
polarizados, el cual muestra la alta birrefringencia de los cristales. La
adición de un compensador rojo de primer orden ayuda a la distinción definitiva
del pirofosfato de calcio de otros cristales.(18)
La hiperuricemia y la
gota se asocian a enfermedades sistémicas, aunque estudios epidemiológicos y
experimentales sugieren un papel patógeno del ácido úrico; se necesitan
estudios aleatorios a gran escala para determinar si la disminución de los niveles
de ácido úrico es beneficioso para la prevención y el tratamiento de estas
enfermedades. (19,20)
A
pesar de los avances recientes en el conocimiento de la gota, todavía existen
dificultades para un correcto diagnóstico y seguimiento de la enfermedad y una
parte de los pacientes no siguen las recomendaciones médicas, por lo que se
impone una actualización sobre la gota, con énfasis en el diagnóstico,
tratamiento y prevención de esta enfermedad.
Desarrollo
Patogenia de la gota
El urato es la forma iónica
del ácido úrico.(2) Los cristales de urato se depositan en los
tejidos cuando las concentraciones séricas de ácido úrico sobrepasan el valor
normal de 6,8 mg/dL (408 μmol/L).(21)
Los factores que afectan
la solubilidad del ácido úrico en las articulaciones son: pH del líquido
sinovial, concentración de agua, concentraciones de electrolitos y otros
componentes de la sinovia, como proteoglicanos y colágeno. (2)
La concentración sérica
de ácido úrico depende del balance entre su producción, por la ingesta
dietética de purinas, o su síntesis endógena, por el recambio celular y su
excreción por los riñones y el tracto gastrointestinal. (2) El
incremento de la producción de ácido úrico es responsable del 10% de los casos
de gota, mientras el 90% restante se debe a una diminución en la excreción
renal e intestinal.
Los factores no
ambientales que afectan la uricemia incluyen genes, edad y el sexo. (2)
Después de la pubertad, las concentraciones de ácido úrico se elevan hasta
alcanzar sus valores normales, aunque son más altas en los hombres y en las
mujeres posmenopáusicas.
Sobreproducción de ácido úrico
La deficiencia de enzimas
que participan en el metabolismo de purinas conlleva a la sobreproducción de
ácido úrico.(2) Por ejemplo, el síndrome de Lesch-Nyhan se debe a
deficiencia de hipoxantina-guanina fosforribosiltransferasa; es un trastorno
recesivo ligado a X. Se caracteriza por alteraciones neurológicas, como
distonía, corea, disfunción cognitiva, conducta compulsiva, automutilación, manifestaciones
articulares (gota precoz) y cálculos renales. En caso de no tratarse, origina
tofos e insuficiencia renal.
Otra anomalía enzimática
que causa gota en jóvenes es la sobreactividad de fosforribosil
pirofofato sintetasa, trastorno dominante ligado a X.
(2) Este síndrome tiene dos formas clínicas, una severa de inicio
precoz y otra de inicio tardío en la adultez. Su sintomatología provoca
anomalías neurológicas como pérdida de audición sensoneuronal,
hipotonía y ataxia en la forma severa. Las manifestaciones moderadas se
manifiestan por cálculos renales y artritis.
Dieta
La ingestión de alimentos
ricos en purinas, especialmente de origen animal y marino, es clave para el
incremento de los precursores de ácido úrico. (2) Los alimentos
ricos en purinas de origen vegetal, como frijoles, lentejas, legumbres y
productos lácteos, no elevan el riesgo de hiperuricemia y gota, incluso los
alimentos ricos en vitamina C, aceites vegetales, como de oliva, girasol y soya,
reducen ese riesgo. La vitamina C incrementa la excreción renal de ácido úrico
y puede utilizarse como complemento en el tratamiento de la gota.
El alcohol es un factor
de riesgo de gota. (2) El riesgo de gota depende del tipo de bebida,
por ejemplo, la cerveza empeora más la
hiperuricemia, mientras el vino tiene un riesgo bajo.
Síntesis endógena de urato
El incremento de la
síntesis endógena de ácido úrico ocurre cuando se acelera el recambio celular
en enfermedades inflamatorias, hematológicas y malignas. (2) También
en la quimioterapia y el daño celular. Además, el aumento de peso corporal y la
obesidad incrementan la síntesis de ácido úrico, lo que agrava la
hiperuricemia.
La leptina incrementa las
concentraciones séricas de urato, por lo que la pérdida de peso y los
ejercicios son útiles en la reducción de riesgo de gota.
Reducción de la excreción de ácido úrico
Basado en el contenido
promedio de purinas de la dieta, se producen diariamente 800–1000 mg de ácido
úrico. (22) De esta cantidad,
500–600 mg se producen endógenamente, mientras el resto de 200–300 mg derivan
de fuentes dietéticas.
Las 2/3 partes de la
excreción de urato ocurre por los riñones, mientras el resto se excreta por el
tracto gastrointestinal, donde se degrada por la uricasa
bacteriana.(21,22)La disminución de la función excretora del
transportador ABCG2 reduce la excreción de ácido úrico a través del tracto gastrointestinal, lo que
eleva las concentraciones de ácido úrico en suero y se favorece la excreción
renal.
Los cristales de ácido
úrico no son solubles y requieren transportadores específicos de membrana para
atravesar las membranas celulares.(2) Estos transportadores son URAT
(del inglés, urate transporter/channel) principalmente URAT1 y los transportadores de
aniones orgánicos (OAT1 y OAT3).
En algunos trastornos
autosómicos dominantes se reduce la excreción renal de uratos. (2) Uromodulina, gen expresado en la rama ascendente del asa de
Henle, es responsable de la regulación de la permeabilidad al agua. Las
mutaciones de este gen disminuyen la excreción renal de urato e incrementan la
uremia.
URAT1 transporta el ácido
úrico filtrado a través de los túbulos proximales hacia los túbulos por un
transporte activo.(2) Los medicamentos uricosúricos, como
probenecid, benzbromarone y sulfinpirazona,
reducen la actividad de URAT1 y subsiguientemente la reabsorción de ácido úrico
en los túbulos proximales. Por otro lado, medicamentos como pirazinamida, nicotinato y lactato incrementan la reabsorción tubular de
urato por activación de URAT1. Todos incrementan tanto la filtración glomerular
como la reabsorción tubular de ácido úrico.
La actividad de URAT1 se
puede modificar por medicamentos. Así, bajas dosis de aspirina tienen efecto
anti-uricosúrico, mientras las dosis
elevadas tienen efecto uricosúrico, porque inhiben URAT1.
Respuesta inflamatoria en artritis aguda
La gota se caracteriza
por una inflamación dolorosa de las articulaciones, como resultado de la
precipitación de microcristales de urato monosódico en el espacio articular.
Esta inflamación provocada por microcristales es el arquetipo de la respuesta
inflamatoria aguda que involucra la inmunidad innata y adquirida.(23)
La activación directa de
las células fagocíticas de la membrana sinovial, mediante el contacto con los
cristales de urato primero, luego los lisosomas de fago activados o frustrados
por la ingestión de los microcristales, conducen a la liberación excesiva de
citoquinas.
Otro mecanismo es que los
cristales de urato monosódico cambian la estabilidad de la membrana de las
células fagocíticas por unión directa con lípidos y glicoproteínas. (2)
Esto involucra la activación de proteína G, fosfolipasa A2, C y D, tirosina
quinasa y otras quinasas, como quinasas activadas por mitógeno (ERK1/ERK2, p38)
y c-Jun N-terminal kinase.
Esta interacción incrementa la IL-8 en los fagocitos, lo que provoca la
activación de los neutrófilos.
Esta respuesta
inflamatoria se amplifica por la activación de neutrófilos y mastocitos, que
liberan citoquinas proinflamatorias, quimoquinas y otros factores como especies
reactivas de oxígeno, prostaglandina E2 y enzimas lisosomales. (21)
Los monocitos y los
neutrófilos reclutados y activados en la sinovia y la cavidad articular
participan activamente en la inflamación aguda. La maduración de los monocitos
macrófagos da paso a un fenotipo celular antiinflamatorio capaz de interrumpir
la inflamación, a pesar de la persistencia local de los microcristales. A largo
plazo, los grupos de cristales o tofos se rodearán de una reacción celular rica
en macrófagos activos, incluso células osteoclásticas, que explican la
inflamación de bajo grado y las lesiones osteoarticulares que definen la
artropatía. La inhibición funcional de los osteoblastos también contribuye a
las lesiones óseas asociadas con las artropatías.
También el jugo de frutas
y las bebidas endulzadas con jarabe de maíz con alto contenido de fructosa
aumenta el riesgo de gota. La fosforilación de la fructosa, a diferencia de la
glucosa, disminuye el ATP y eleva las concentraciones circulantes de ácido
úrico. (24) Sin embargo, un metanálisis de
ensayos con sustitución isocalórica de fructosa no apoya esta asociación, por
lo que se necesitan otras investigaciones que lo esclarezcan. (24,25)
En ausencia de una
terapia adecuada, se desarrolla la gota crónica típicamente después de los 10
años de la presentación aguda inicial. (21) Los tofos representan
una respuesta inflamatoria granulomatosa crónica a los cristales de urato
monosódico que involucra la inmunidad innata y adaptativa.
Se expresan en los tofos
la interleuquina 1β, el factor de necrosis
tumoral α y el factor transformante de crecimiento β1. (21) Los
agregados de neutrófilos también participan en la formación de los tofos que constituyen
el núcleo de los cristales. La infiltración ósea por los tofos parece ser el principal
mecanismo de erosión del hueso y del daño articular en la gota.
Tipos de gota
Los casos de gota, de acuerdo con
su etiología, se dividen en dos grupos: gota primaria y gota segundaria.(26)
La gota primaria corresponde a la inmensa mayoría de los casos y no existe otra
enfermedad que sea la causa del
problema, que puede ser por aumento de la
producción de ácido úrico y el defecto desconocido (idiopático) o por
disminución en la eliminación de ácido úrico.
La gota segundaria es la originada
por otra enfermedad como puede ocurrir en la policitemia vera, leucemia,
psoriasis extensas, tumores malignos, enfermedades renales como insuficiencia
renal y otros; algunos medicamentos como los diuréticos, ácido acetil
salicílico y algunos quimioterápicos también pueden originarla. (26)
Manifestaciones clínicas
La gota presenta 4
estadios clínicos: hiperuricemia asintomática, ataque agudo de artritis gotosa,
periodo intercrisis y artritis tofácea crónica. (2)
La progresión de un estadio a otro es evitable, porque los depósitos de
cristales de urato monosódico son reversibles con un tratamiento adecuado, lo
que sugiere que la enfermedad es curable. (27)
Durante la hiperuricemia
asintomática los pacientes no presentan síntomas ni signos y se diagnostican
accidentalmente, cuando se les determinan las concentraciones de ácido úrico en
suero, aunque algunos pacientes con hiperuricemia pueden sufrir un ataque
agudo. En la actualidad, con las nuevas técnicas de imagenología, estos
supuestos están cambiando.
Ataque agudo de gota
El ataque agudo de gota
es generalmente monoarticular, con articulación muy inflamada con
enrojecimiento, calor, dolor, aumento de volumen y pérdida de función. (2)
En las grandes articulaciones como rodillas y tobillos, estos signos son
infrecuentes, pero la inflamación y el dolor suelen ser intensos.
La gota tiene predicción
por las extremidades inferiores, como la primera articulación
metatarsofalángica, que constituye el sitio más frecuente de ataque agudo
(podagra) (fig. 1). (2) Otras
articulaciones afectadas pueden ser el torso medio, los dedos, las
muñecas y los codos.
Fig. 1. Podagra
Los cristales de urato
también se pueden depositar en todo el cuerpo, por ejemplo, en las vértebras,
piel y tejidos blandos, que simulan otros estados de enfermedad. Es rara la
afectación de la cadera y el hombro, pero extremadamente rara en la columna
vertebral.
La poliartritis es más
común en la gota no tratada o en mujeres posmenopáusicas.
Se pueden presentar
síntomas generales con fiebre, malestar general y cefalea y en estos casos se
maneja como una artritis séptica y se deben tomar precauciones extremas, porque
la artritis séptica puede aparecer en una articulación con artritis gotosa. (2)
Periodo intercrisis
Cuando los pacientes
resuelven sus ataques con el tratamiento, entran en una fase de remisión.(2)
Este periodo se caracteriza por la ausencia de síntomas, que pueden
interrumpirse abruptamente por nuevos ataques, si no se administra tratamiento
adecuado para la hiperuricemia. Este periodo puede prolongarse después del
primer ataque.
Gota tofácea crónica
La enfermedad no tratada
progresa hacia la destrucción de las articulaciones con tofos palpables. (2)Un
tofo es una masa formada por grandes cantidades de cristales acumulados, que aparecen
en la gota crónica no tratada, alrededor de las articulaciones, orejas, tejido
celular subcutáneo en la piel (fig. 2).
Fig. 2. Gota tofácea crónica en
las manos. Reproducido
de Ragab G, Elshahaly M, Bardin T. Gout: An old disease
in new perspective – A review. J Adv Res. 2017;
8(5): 495–511. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5512152/pdf/main.pdf.
Macroscópicamente, los tofos
contienen un material calcáreo blanco y pueden llevar a la destrucción y
deformidad de las articulaciones. (2) Las erosiones óseas también
pueden ocurrir a medida que los tofos crecen y se extienden hasta el hueso. Los
tofos deben diferenciarse de otros nódulos como los nódulos reumatoideos, de
Heberden y Bouchard de la osteoartritis y los lipomas, lo que es esencial para
el diagnóstico diferencial, ya que los tofos presentan cristales de urato
monosódico.
Las principales
consecuencias clínicas de la gota son episodios recurrentes de artritis aguda
dolorosa (ataques de gota), daño irreversible en las articulaciones
periféricas, tofos subcutáneos, nefropatía por uratos y urolitiasis. (8)
Complementarios
La gota suele
diagnosticarse clínicamente basándose en la artritis monoarticular
caracterizada por la hinchazón y el enrojecimiento, que generalmente involucra
la primera articulación metatarsofalángica. Los criterios del ACR/EULAR, de 2015,
son los más utilizados para el diagnóstico de gota.(17)
El diagnóstico clínico de
la gota se usa ampliamente, especialmente en los países en desarrollo, donde
los recursos son limitados, aunque cuando se compara el diagnóstico clínico con
el diagnóstico microscópico de los cristales tiene una baja sensibilidad y especificidad.
(2)
Hiperuricemia
El diagnóstico de gota
basado en la hiperuricemia es un error frecuente entre no reumatólogos. (2)
La hiperuricemia es generalmente asintomática y no es necesaria para el
diagnóstico, aunque sea un rasgo característico de la enfermedad. Durante los
ataques agudos, las concentraciones séricas de ácido úrico pueden caer a los
valores normales, por lo que la hiperuricemia es un marcador débil de gota.
Microscopia del líquido sinovial
La microscopia del
líquido articular se usa con menos frecuencia, principalmente en casos
equívocos. En estas situaciones, el diagnóstico se establece mediante la
aspiración con aguja de una articulación o tofos y la identificación de
cristales de urato monosódico en forma de aguja, preferiblemente intracelular,
con birrefringencia brillante negativa en la microscopía de luz polarizada
compensada. Se considera el estándar de oro para el diagnóstico
de la artritis gotosa, aunque se dificulta encontrar los cristales en 5-48% de
los casos, particularmente en quienes tienen bajo conteo de leucocitos en el
líquido sinovial. (1,28)
El posterior análisis del
líquido sinovial incluye el conteo de leucocitos, química, cultivo y
sensibilidad.(2) En la gota aguda el conteo de leucocitos puede
exceder 50 000 células/mL en algunos casos,
principalmente de polimorfonucleares.
La química revela
concentraciones normales de glucosa, contrario a la artritis séptica, en la
cual las bacterias consumen la glucosa y bajan sus concentraciones. (2)
Debe tenerse mucho cuidado en excluir la
artritis séptica, pues ambas pueden presentarse en la misma articulación, por
lo que el teñido Gram y el cultivo son cruciales para el diagnóstico.
Ácido úrico en orina
El análisis del ácido
úrico en orina de 24 h es útil para evaluar la etiología de la hiperuricemia en
los pacientes con gota. (2)
Un ácido úrico urinario
> 800 mg/24 h indica un incremento en la síntesis de ácido úrico y, por
tanto, un aumento de la excreción renal. Estos pacientes requieren fármacos que
eviten la producción de ácido úrico como los inhibidores de la xantina oxidasa
en vez de un agente uricosúrico.
Las pruebas de función
renal también deben hacerse en estos pacientes, debido al alto riesgo de
cálculos renales.
Radiografía convencional
Es el más ampliamente
método usado en la práctica clínica; es barata, rápida y aceptable para los
pacientes, pero en los estadios iniciales de la enfermedad no es muy útil. (2)
Los cambios radiológicos
observables requieren un mínimo de 10 años desde el primer ataque gotoso.
Durante los estadios iniciales de la gota, son difíciles de detectar
las lesiones sutiles precoces, como las erosiones pequeñas.
En la gota tofácea
crónica los principales rasgos radiológicos son: nódulos densos de los tofos
articulares o periarticulares, depósitos de urato monosódico en las partes
cartilaginosas, espacio articular estrecho en la enfermedad avanzada, erosiones
óseas características, osteopenia periarticular ausente y el hueso proliferante
puede visualizarse como espículas irregulares y depósitos calcificados de urato
monosódico que penetran en el hueso y se pueden confundir en casos severos con
infartos óseos (fig. 3). (2)
Fig. 3. Tofos gotosos, erosiones y subluxaciones de metacarpofalángicas e
interfalángicas proximales de ambas manos. Reproducido de Rodríguez Linares JE,
del Castillo Pasos MH. Gota en imágenes. Rev Cubana
de Reumatolo. 2015;17(3). Disponible en: http://www.revreumatologia.sld.cu/index.php/reumatologia/article/view/435
Ultrasonido
Las principales
indicaciones del ultrasonido (US) en las artritis inducidas por cristales son
sinovitis y derrame, diferenciación entre la sinovitis activa y la inactiva,
estudio del cartílago, descripción de las erosiones y osteofitos, evaluación de
tendones y en el diagnóstico diferencial con otras artritis. (2)
En Ragab
et al.(2) se describen las
características ultrasonográficas específicas y no específicas de la gota.
El depósito de cristales
en las articulaciones se produce precozmente durante la hiperuricemia
asintomática, lo que se ha demostrado con las nuevas tecnologías
imagenológicas. Por ejemplo, un estudio ultrasonográfico de la primera
articulación metatarsofalángica evidenció depósito de cristales en 36% de los
pacientes con hiperuricemia asintomática, sin pruebas de sinovitis o erosión
ósea. (30)
El uso de la
ultrasonografía tiene un considerable potencial para el diagnóstico y monitoreo
de la gota por su capacidad para detectar los depósitos de cristales de urato
en las articulaciones, por ejemplo, en la superficie del cartílago visualizado
como el signo del doble contorno y en los tejidos blandos, los tofos. (31)
Además con la US se visualizan la sinovitis y la erosión ósea. Las definiciones
de las lesiones elementales US en la gota se validaron y se incluyeron en los
criterios de la ACR/EULAR en 2015. (31,32)
Tomografía computarizada convencional
La tomografía
computarizada se caracteriza por una excelente resolución y elevado contraste,
así es la mejor técnica para la evaluación y caracterización de las artropatías
por cristales. (2) La tomografía no es útil en el diagnóstico de la
gota aguda, porque no puede detectar inflamación, sinovitis, tenosinovitis y
osteítis. Esta desventaja se compensa por su papel en la gota crónica, porque
detecta mejor las erosiones que la resonancia magnética o la radiología
convencional.
Otras técnicas
imagenológicas disponibles en la actualidad en los países desarrollados todavía
no se utilizan en la práctica clínica de manera rutinaria.
Diagnóstico diferencial de la gota
El diagnóstico
diferencial de artritis aguda incluye pseudogota,
infección y traumatismo. La pseudogota o enfermedad
por depósito de pirofosfato de calcio puede simular la gota en la apariencia
clínica y responder a los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
Los hallazgos de los cristales de pirofosfato de calcio y las concentraciones
séricas normales de ácido úrico en el análisis de líquido articular pueden diferenciar
la pseudogota de la gota.
La artritis séptica puede
presentarse sin fiebre o con un recuento elevado de glóbulos blancos; la
artrocentesis es necesaria para distinguir esta condición de la gota aguda. La
gota y la artritis séptica pueden ocurrir concomitantemente, pero es poco
frecuente.
El traumatismo puede
provocar un brote agudo de gota causado por el aumento de las concentraciones
de urato sinovial. Es posible que sea necesario obtener imágenes para descartar
una fractura en un paciente con síntomas parecidos a la gota después de un
trauma articular.
Comorbilidades asociadas
La corrección de las
comorbilidades asociadas y el manejo de los factores de riesgo cardiovascular,
como hiperlipidemia, hipertensión, hiperglucemia, obesidad y tabaquismo son una
parte importante del manejo de la gota. Estos factores de riesgo componen el
síndrome metabólico. (11,25)
La hipertensión es un
factor de riesgo de hiperuricemia y gota. (2) El incremento de la presión arterial
sistémica reduce la tasa de filtración glomerular, lo que origina menor flujo
glomerular y reducción en la excreción de ácido úrico. Sin embargo, recientes
estudios sugieren que la hiperuricemia lleva a un incremento de la presión
arterial y el ácido úrico es un factor de riesgo modificable para el desarrollo
de la hipertensión arterial.
La diabetes mellitus
también es un factor de riesgo para hiperuricemia y gota. La reducción de la
fosforilación oxidativa incrementa las concentraciones de adenosina, lo que
aumenta la síntesis de ácido úrico y reduce su excreción renal. (2)
La prevalencia de síndrome
metabólico en pacientes con gota alcanza 62,8% comparado con 25,4% en pacientes
sin gota. (12) La resistencia a la insulina se encuentra en
48,4%–76% de los pacientes gotosos, con un riesgo relativo de 1,34 para
diabetes mellitus tipo 2, comparado con personas sin gota. (12)
La prevalencia de
enfermedad coronaria se estima en 25% de los pacientes con gota en el Reino
Unido y 18% en los Estados Unidos. (12) Los hombres gotosos sin enfermedad
coronaria tienen un riesgo relativo de 1,28 de mortalidad general y de 1,55
para coronariopatía fatal, en relación con los pacientes sin gota.
Según datos de National Health and Nutrition Examination Survey de 2007–08, el 74% de las personas con gota tuvieron
hipertensión, 71% enfermedad renal crónica, 53% eran obesos, 26% tenían diabetes, 14% presentaron infarto miocárdico
y 10% tenían antecedentes de enfermedad cerebrovascular. (21)
Además, estudios prospectivos han demostrado que la gota incrementa el riesgo
de muerte, principalmente por enfermedad cardiovascular, aunque la relación
causal de la gota con estas comorbilidades es difícil de evaluar por las
probables variables de confusión en los estudios observacionales. (21)
Otras asociaciones de la gota
son la apnea del sueño y la insuficiencia cardíaca. (25)
La gota se ha asociado a
una reducción del riesgo de enfermedades neurológicas, como la enfermedad de
Parkinson, Alzheimer y la demencia. (21) Aunque la relación
causa-efecto entre el urato y las enfermedades neurológicas no se ha
establecido, parece que el urato extracelular tiene propiedades
neuroprotectoras y antioxidantes.
Tratamiento de la crisis aguda
El incorrecto manejo
médico lleva a la gota, considerada en la actualidad una enfermedad curable, a
un estadio crónico. (27) El otro problema frecuente es la baja
adherencia de los pacientes a las terapias reductoras de ácido úrico sérico.
La gota aguda se puede
tratar con medicamentos AINE, corticosteroides o colchicina. La colchicina oral
y los AINE, son medicamentos de primera línea en la artritis gotosa aguda.
Para lograr una
resolución rápida y completa de los síntomas, el tratamiento de la gota aguda
debe comenzar dentro de las 24 horas posteriores al inicio de los síntomas.
La indometacina ha sido
la opción preferida; sin embargo, no hay evidencia de que sea más efectivo que
otros AINE. El ketorolaco intramuscular parece tener una efectividad similar.
Los AINE orales pueden administrarse en la dosis máxima y continuarse durante
1–2 días después del alivio de los síntomas. Es preciso tener en cuenta los
efectos adversos, como el sangramiento digestivo y el daño renal. (10)
Los esteroides son una
alternativa adecuada para los pacientes que no pueden tolerar los AINE o la
colchicina. Los pacientes con diabetes mellitus pueden recibir esteroides a
corto plazo con un control adecuado de la hiperglucemia. Cuando la gota es
monoarticular, las inyecciones de corticosteroides intraarticulares son
preferibles a los esteroides sistémicos, debido a más bajos efectos
adversos. Este enfoque permite que el
dolor desaparezca en menos de 48 h. Las erupciones de rebote son comunes
después de la interrupción de la terapia con corticosteroides, por lo que una
vez que se resuelvan los síntomas debe mantenerse el tratamiento 10 –14 días.
En el tratamiento del
ataque agudo también se emplea la inmovilización (total, si se toca la muñeca)
y se aplica hielo (10-15 minutos, 3 veces al día) en la articulación afectada.
Un ensayo demostró mejoría clínica en pacientes con ataque agudo tratados con
hielo y fármacos. (33)
La colchicina es otra
opción de tratamiento para la gota aguda, como se demuestra en ensayos
clínicos, (34) aunque no tiene propiedades analgésicas y puede ser
menos eficaz en el tratamiento de los brotes agudos, cuando se administra más
allá de 72 a 96 h del inicio de los síntomas. Los efectos adversos comunes
incluyen náuseas, vómitos y diarrea. Este medicamento debe usarse con
precaución en pacientes con insuficiencia hepática o renal.
Se recomienda el uso de
colchicina en el primer acceso, como prueba terapéutica, ya que el inicio de la
gota es particularmente sensible a este medicamento. La colchicina puede curar
todo el acceso en más del 90% de los pacientes, si se administra correctamente desde
el primer día. Su administración debe adaptarse a los síntomas y a las
especificaciones (reducción en los ancianos y la insuficiencia renal): 1 mg
cada 2–4 h el primer día hasta una mejoría o de signos de intolerancia
digestiva, sin exceder 4 mg/día. En los días siguientes, la dosis de colchicina
se reduce, según la evolución clínica.
La duración del tratamiento se extiende en un promedio de 15 días.
Los síntomas
gastrointestinales son comunes con la colchicina: diarreas, náuseas y vómitos. (2)
La principal desventaja de la colchicina es la irritación intestinal, que a
menudo origina diarreas cuya aparición es de 12 a 48 h después del inicio del
tratamiento y muchas veces coincide con la mejora de la inflamación.
En ocasiones, la diarrea es tan intensa que
causa deshidratación en los ancianos. Otras reacciones de toxicidad son la
neutropenia y el fallo multiorgánico, que pueden ser letales.
La
insuficiencia renal reduce la excreción de colchicina, por lo que en los
pacientes con enfermedad moderada se reducen las dosis y en los pacientes con
enfermedad avanzada está contraindicada.(2) Las dosis también se
disminuyen en pacientes con insuficiencia hepática, porque el fármaco se
elimina principalmente por el sistema hepatobiliar.
Tratamientos hipourémicos
a largo plazo
La reducción de los
niveles de ácido úrico es clave para evitar los brotes de gota. El alopurinol y
el febuxostat son medicamentos de primera línea para
la prevención de la gota recurrente, y la colchicina y el probenecid se reservan
para pacientes que no pueden tolerar los agentes de primera línea o en los que
estos agentes son ineficaces. Los pacientes que reciben medicamentos reductores
de urato deben ser tratados simultáneamente con medicamentos AINE, colchicina o
esteroides en dosis bajas para prevenir los brotes.
El tratamiento debe
continuar durante al menos 3 meses después de que los niveles de ácido úrico
caigan por debajo del nivel objetivo en las personas sin tofos, y durante seis
meses en las personas con antecedentes de tofos. El uso de diuréticos
tiacídicos y de asa puede aumentar los niveles de ácido úrico, mientras que el
uso del bloqueador del receptor de angiotensina, losartán,
aumenta la excreción urinaria de ácido úrico.
Prevención
El papel de los factores genéticos
en la aparición de la gota parecen importantes, cuyo conocimiento abre futuras
alternativas terapéuticas a la medicina personalizada y es probable que en el
futuro se diseñen y evalúen nuevos fármacos más efectivos, con menos reacciones
adversas que los actualmente disponibles. (35)
Como parte de la
prevención, se debe iniciar la terapia de reducción de urato en suero para
prevenir las recurrencias en personas con antecedentes de gota.
Además de eso, deben considerarse aquellas que
tengan al menos dos o uno brotes por año, en personas con enfermedad renal
crónica en estadio 2 o más, los que presentan tofos o tienen antecedentes de
nefrolitiasis.
El urato sérico debe
reducirse < 5 – 6 mg/dL (297 –357 μmol/L), dependiendo de la
carga cristalina y tofácea. Los niveles normales de urato sérico no excluyen el
diagnóstico de gota. Deben ser monitoreados periódicamente para evaluar la
terapia preventiva en pacientes con gota recurrente y antecedentes de
hiperuricemia.
La terapia de reducción
de urato debe continuarse durante 3–6 meses después de un brote, si no hay
síntomas en curso. La terapia debe continuar indefinidamente, si hay signos o
síntomas en curso, por ejemplo, cuando se encuentran tofos al realizar el
examen físico.
El alopurinol, inhibidor
de la xantina oxidasa, es un agente de primera línea para prevenir la gota
recurrente. (27) En pacientes con gota y enfermedad renal crónica o
insuficiencia cardíaca congestiva tiene el beneficio adicional de prevenir la
progresión de la enfermedad crónica.
La dosis máxima es
800–900 mg/día (Food Drugs Administration, 2003). (27) La dosis
habitual en la práctica clínica es 300 mg/día, pero en algunos ensayos clínicos
parece insuficiente.
En un estudio solo el 53%
de los pacientes gotosos redujeron su urato sérico < 6 mg/dL (0,36 mmol/L) con 300 mg/día, pero cuando se incrementó
a 450–600 mg/día, los pacientes alcanzaron su objetivo. (27)
En otro estudio, las
concentraciones de ácido úrico por debajo de 0,36 mmol/L se alcanzaron en el
26% de los pacientes tratados con 300 mg/día y el 78% alcanzó los niveles
objetivo con 600 mg/día. (27)
El febuxostat
es un inhibidor de la xantina oxidasa y aunque es superior a 300 mg de
alopurinol en la reducción de los niveles séricos de ácido úrico, no es más
eficaz para reducir la frecuencia de los brotes de gota. Este medicamento se
considera un agente de primera línea para prevenir la gota recurrente, pero es
considerablemente más costoso que el alopurinol. Está disponible en tabletas de
40 y 80 mg en Estados Unidos y 80 y 120 mg en Europa. (2) Dosis máxima de 80 y 120 mg, aprobadas en
Estados Unidos y Europa, respectivamente.
Por su metabolismo
hepático y renal, el fármaco no requiere reducción de dosis en pacientes con
moderada insuficiencia renal. (2) Por su inhibición de la xantina
oxidasa no debe prescribirse conjuntamente con azatioprina o 6-mercaptopurina.
La colchicina previene
los brotes de gota en una dosis de 0,6 – 1,2 mg por día. (36)La
dosis debe ajustarse en pacientes con enfermedad renal crónica y cuando se usa
con inhibidores del citocromo P450 3A4 o de la P-glicoproteína.
Los efectos adversos a
largo plazo de la colchicina incluyen la neuromiopatía
axonal reversible (< 1%). Se debe recomendar a los pacientes que dejen de
tomar colchicina e informen a su médico si experimentan dolor o debilidad en
las piernas. El tratamiento debe interrumpirse si hay síntomas de daño nervioso
o muscular. El riesgo de rabdomiolisis es raro, pero
aumenta cuando la colchicina se usa concomitantemente con estatinas o claritromicina,
especialmente en adultos mayores o en aquellos con enfermedad renal crónica;
por lo tanto, se recomienda una estrecha vigilancia.
El probenecid
aumenta la excreción urinaria de ácido úrico y se usa típicamente como
tratamiento de segunda línea, debido a sus numerosas interacciones
farmacológicas. De particular preocupación, el probenecid aumenta los niveles
en sangre de metotrexato y ketorolaco, lo que puede resultar en una toxicidad
grave. El probenecid puede usarse en combinación con alopurinol o febuxostat, cuando el medicamento no disminuye el objetivo
del ácido úrico sérico. La nefrolitiasis es un efecto adverso frecuente,
evitable con una ingesta alta de líquidos y la alcalinización de la orina con
citrato de potasio.
La pegloticasa es una uricasa, enzima que convierte al ácido úrico en alantoína,
el cual es más soluble que el ácido úrico y de más fácil eliminación. (20) Es un agente de tercera línea y está indicado
para el tratamiento de la gota refractaria. Generalmente es administrado por un
reumatólogo y se indica cada dos semanas endovenosas durante 6 meses; una vez
completado el esquema de tratamiento, los pacientes pueden volver al
tratamiento estándar.
El tratamiento efectivo
de la gota implica llevar al urato sérico a su diana.(10) La EULAR y
ACR recomiendan reducir el urato < 0,36 mmol/L para la gota no tofácea y
< 0,30 mmol/L para la gota tofácea. La British
Society for Rheumatology sugiere < 0,30 mmol/L para todos los
pacientes con gota. Estos objetivos de disminución del urato, aunque
diferentes, están por debajo del punto de cristalización del urato a
temperatura ambiente y en el caso de los pacientes con tofos permiten que se
disuelvan los cristales.
Lesinurad es un nuevo agente uricusúrico, disponible en dosis diarias de 200 mg. (10)
La dosis de 400 mg se ha probado en ensayos clínicos, pero por sus efectos
adversos renales no se ha aprobado en Estados Unidos. Se recomienda que se tome
con un inhibidor de xantina oxidasa para disminuir sus eventos adversos
renales.
Se dispone de tabletas
combinadas con 200 mg de lesinurad y 300 mg de
alopurinol. Parece que el lesinurad presenta menos
interacciones medicamentosas que el probenecid.
Educación del paciente
La educación del paciente
es clave en el éxito del tratamiento de la gota. (2) Una mala
comprensión del tratamiento por parte del paciente es una razón para el
fracaso. Para evitar esto, se debe explicar con claridad al paciente la causa
de la gota, su capacidad de curación por la disolución de los depósitos cristalinos,
la diferencia entre los medicamentos reductores de urato, el acceso agudo al
inicio del tratamiento hipourémico, la forma de
prevenir y tratar estos accesos y los riesgos de recaída inherentes a la
interrupción del tratamiento hipouricémico. Las medidas
higiénicas y dietéticas que pueden ayudar a controlar la gota y los factores de
riesgo cardiovascular deben completar estas explicaciones. (37)
Es importante que se
tengan en cuenta premisas generales de esta enfermedad, como que la gota sigue
siendo la única enfermedad reumática que puede curarse en la gran mayoría de
los casos con un tratamiento médico adecuado. La gota resistente es
principalmente debida a que el paciente no cumple el tratamiento. También puede
ser el resultado de la ingesta de alcohol no controlado o quizá que los médicos
no dominan todas las peculiaridades del tratamiento y la forma de manejar la
enfermedad.
La atención médica no
debe limitarse a la indicación de un solo medicamento, sino debe basarse en el
correcto manejo de las enfermedades metabólicas asociadas y en la educación del
paciente. En la actualidad se están evaluando nuevos métodos de detección de la
enfermedad, entre los cuales la ecografía podría convertirse en un examen de
rutina en el enfoque diagnóstico de los pacientes con gota, lo que facilitará
que se realicen diagnósticos más certeros y oportunos. (38)
Durante años la dieta se ha identificado como un factor de riesgo para el
desarrollo de la gota. (39)
El consumo de alimentos ricos en purina, como carnes rojas, mariscos, bebidas
alcohólicas, bebidas azucaradas, frutas dulces y zumos de frutas y los tomates
se han asociado con un aumento del urato sérico. (39,40,41)La
pérdida de peso, las legumbres, verduras, lácteos desnatados, café, vitamina C
y cerezas se consideran factores protectores contra la gota.
Ciertas dietas como Dietary Approaches to Stop Hypertension
(DASH) y la dieta mediterránea reducen el urato sérico y el riesgo de gota. (39)
EULAR y ACR recomiendan la pérdida de peso en los pacientes obesos, evitar
la cerveza y las gaseosas, la restricción de carne y alimentos marinos, el
incremento de lácteos y realizar actividad física. (2) Estudios
controlados pequeños y a corto plazo demuestran que la leche disminuye la
uricemia, pero la reducción de peso asociada a restricción moderada de calorías
y carbohidratos y el incremento proporcional de la ingesta de proteínas y
grasas insaturadas disminuyen el urato sérico y las concentraciones de
lipoproteínas.
Una revisión sistemática sobre recomendaciones nutricionales en la gota
encontró que la mayoría de las guías recomienda evitar el consumo de alcohol,
la pérdida de peso y la disminución de la ingestión de fructosa, aunque los
autores consideran que estas recomendaciones nutricionales tienen tasas de
calidad de moderadas a muy bajas. (42)
Conclusiones
La gota es una enfermedad
sistémica caracterizada por el depósito de cristales de urato monosódico en
diversos tejidos, incluyendo las articulaciones. A pesar de que la
hiperuricemia es el principal defecto patogénico de la gota, muchas personas
con elevado ácido úrico en suero no presentan gota, por lo que otros factores
como la predisposición genética y los estilos de vida intervienen en su
patogenia.
La gota se diagnostica
principalmente por la identificación de los cristales patognomónicos de urato
monosódico en el líquido sinovial o en los tofos. Su presentación inicial es
una inflamación aguda de una articulación que resuelve rápidamente con AINE o
colchicina. Los cálculos renales y los tofos son presentaciones tardías.
El objetivo básico del
tratamiento es reducir las concentraciones de ácido úrico en sangre con
modificaciones dietéticas y medicamentos, lo que disuelve los cristales y
previene futuros ataques de gota.
La prevención de la gota
se logra con cambios en los estilos de vida y fármacos; aquí desempeña un papel importante la educación del
paciente sobre su enfermedad.
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