Punto de Vista
La
importancia del ejercicio físico para disminuir la obesidad y su riesgo
cardiovascular
The importance of physical
exercise over obesity and its cardiovascular risk
Dr. Alejandro Jesús Bermúdez Garcell
1
*Dra.
Nilvia Bienvenida Serrano Gámez1
MSc. María de los Ángeles Leyva Montero1
1 Facultad de Salud Pública. Escuela
Superior Politécnica de Chimborazo. Ecuador.
En la
mayoría de los estudios epidemiológicos y los ensayos clínicos se ha demostrado
una asociación entre la actividad física, el riesgo de morbilidad
cardiovascular y la mortalidad general. (1) El ejercicio sistemático
influye, positivamente, sobre una serie de factores de riesgo de la
ateroesclerosis como: la formación de moléculas de adhesión celular, la
resistencia a la insulina y la disfunción endotelial. (2)
La obesidad
es un factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular. Puede asociarse a otros
factores, como: intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina,
hipertensión arterial, inactividad física y dislipidemia (síndrome metabólico).
La estrategia más eficaz para prevenirla o reducirla es: la realización de
ejercicios físicos sistemáticos, preferentemente aerobios, que permitan la
degradación de los triglicéridos almacenados en el tejido adiposo y la reducción
sustancial de la grasa corporal; además de incrementar la fuerza y masa muscular,
las cuales disminuyen el riesgo cardiovascular.
El aumento
de la sensibilidad a la insulina en personas que desarrollan actividad física,
aumenta la actividad de lipoproteína lipasa; lo que incrementa el catabolismo
de los quilomicrones y las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), reduce
las lipoproteínas de baja densidad (LDL), la actividad de la lecitina:
colesterol-aciltransferasa (LCAT) y la actividad de la lipasa hepática; lo que
favorece el aumento de las lipoproteínas de alta densidad (HDL). Por tanto, la
reducción en los triglicéridos puede favorecer la captación de las LDL y su disminución
en sangre.
La
eliminación de las lipoproteínas ricas en triglicéridos también disminuye la
actividad de la proteína transferidora de ésteres de colesterol (CETP por sus
siglas en inglés: cholesterol ester transfer protein) para actuar en
estas partículas; por lo que decrece la transferencia de ésteres de colesterol
desde las HDL a las lipoproteínas ricas en triglicéridos como las LDL y VLDL;
lo que disminuye también las LDL del plasma.
La
reducción de la resistencia a la insulina por efecto del ejercicio físico disminuye
la dislipidemia aterogénica descrita anteriormente; mejora el control de la
glucemia en los pacientes con diabetes mellitus tipo 2; atenúa las enfermedades
vasculares como: la neuropatía, nefropatía, retinopatía y aterosclerosis y sus
secuelas: cardiopatía isquémica y enfermedad cerebrovascular. Al diseñar
un programa de ejercicios físicos para pacientes con diabetes mellitus, se debe
ajustar las dosis de los hipoglucemiantes orales o la insulina, para evitar las
hipoglicemias.
Otro efecto
beneficioso del ejercicio físico que, indirectamente reduce el riesgo
cardiovascular, es su acción sobre las enfermedades pulmonares inducidas por el
hábito de fumar. (3) Se ha demostrado que, el entrenamiento físico activa
las vías antinflamatorias y regula el sistema inmune. En este sentido, la
liberación de citoquinas del músculo esquelético en contracción es de vital
importancia. Las elevaciones de cortisol, adrenalina y el incremento de los
subtipos de leucocitos moduladores del sistema inmune, incrementan la capacidad
antioxidante del sistema cardiovascular.
En un
estudio de 150 mujeres con síndrome metabólico, se asignaron aleatoriamente 70
pacientes al grupo control y 80 al grupo experimental. El grupo experimental
recibió tratamiento con ejercicios regulares y dieta durante seis meses. En el
grupo control la presión arterial sistólica y los niveles de HDL disminuyeron;
mientras que en el grupo experimental se redujeron las cifras de colesterol
total, los triglicéridos y las LDL, con un aumento del colesterol de HDL. Además
se produjo una disminución en las cifras de presión arterial diastólica, sin
cambios aparentes en la adiposidad.(4) Estos resultados fueron
similares al año de la intervención.(5)
En un
ensayo clínico no aleatorio, con 35 pacientes para el grupo control y 34 para
el grupo experimental; al grupo experimental se le recomendó una dieta
hipocalórica y un programa de ejercicios físicos aerobios de 30 semanas de
duración; mientras que el grupo control siguió con sus actividades cotidianas.
En el experimental se redujeron significativamente las cifras de presión
arterial diastólica, de colesterol total sérico y el índice colesterol
total/HDL-colesterol; pero las concentraciones de HDL-colesterol aumentaron;
por lo que el programa de ejercicios físicos y dieta modificó favorablemente
los trastornos metabólicos en los pacientes con síndrome metabólico.(6)
Un estudio
chileno en 10 mujeres sanas, 9 con hiperglucemia y 9 con
hiperglucemia/hipercolesterolemia, sometidas a un programa de ejercicios
físicos combinados, demostró en 8 semanas que, la glicemia en ayunas disminuyó
entre el 12% y 14% en las mujeres afectadas y, la insulina sérica se redujo en
todos los grupos, entre el 27% y 37%. El colesterol total y los triglicéridos
tuvieron un significativo decrecimiento en
las mujeres con alteraciones en los dos parámetros; lo que corroboró que el
ejercicio tiene un efecto favorable sobre la sensibilidad a la insulina. (7)
Otro
ensayo clínico con un programa de dieta y entrenamiento supervisados,
mejoró el estado cardiovascular de personas sanas sedentarias. (8)
Estudios en animales han confirmado los efectos beneficiosos del entrenamiento
de resistencia sobre los parámetros cardiovasculares.(9)
En resumen,
el ejercicio y la actividad física constituyen pilares fundamentales en las
estrategias sanitarias de prevención del riesgo cardiovascular y la
rehabilitación de los pacientes que han sufrido episodios coronarios agudos
como los infartos miocárdicos. Sus efectos beneficiosos comprenden una
reducción sustancial de la grasa corporal y un aumento de la masa muscular; lo
que previene la obesidad con sus secuelas y reduce los trastornos metabólicos
asociados a los componentes del síndrome metabólico como: la intolerancia a la
glucosa, la resistencia a la insulina, las dislipidemias y el estado
proinflamatorio.
Referencias
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Recibido:
04/10/2018.
Aprobado:
04/10/2018.
*Autor para
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